Sin embargo, el propio Dobbs durante años utilizó mano de obra de indocumentados para que trabajaran en los jardines de sus propiedades multimillonarias y que atendieran los caballos que le tiene a su hija de 22 años, una campeona de salto en equitación.
En uno de sus programas el ex presentador de CNN, en el 2007, desestimó como “ridículos” los reclamos de empleadores que dicen que no deben ser considerados responsables cuando sus contratistas emplean a trabajadores indocumentados. Sin embargo, Dobbs no ha estado atento al estatus migratorio de trabajadores subcontratados para laborar en sus propiedades.
Una investigación conjunta realizada por el Fondo de Investigación en el Instituto Nacional y la revista The Nation, encontró a cinco empleados quienes, a pesar de carecer de estatus legal, sostienen que trabajaron, bajo contrato con otros, en los jardines de Dobbs o que cuidaron los caballos que su hija, Hillary Dobbs, monta en competencias. Sus cinco caballos Warmbloods Europeos son propiedad de El Grupo de Dobbs, una corporación registrada en Nueva Jersey cuyo reporte anual lista a Lou Dobbs como presidente.
Estudios y cálculos de la industria han encontrado que más de una cuarta parte del total de trabajadores de jardinería y por lo menos la mitad de los que trabajan en caballerizas son indocumentados.
Uno de los jardineros, de 24 años, inmigrante indocumentado, natural del departamento de Totonicapán, en Guatemala, dijo que junto con su hermano trabajó por más de tres años en el mantenimiento de los prados, jardines y árboles de la casa de lujo que Dobbs usa para el invierno en el oeste de Palm Beach, Florida. (Al igual que los demás empleados entrevistados, él pidió que no se usara su nombre, por temor a que los despidan o lo deporten) Este guatemalteco y su hermano fueron empleados por la empresa contratista que usa Dobbs en la Florida para que hicieran ese trabajo, esto aunque, dijo él, “yo no tengo papeles”. Su hermano, que fue arrestado por agentes de inmigración cuando se dirigía a un nuevo trabajo de limpieza de edificios de oficinas en Miami, tampoco.
Asimismo, tres trabajadores empleados por una empresa de establos de Vermont, contratada para cuidar a los caballos Grupo Dobbs, dijeron que cuidaron los caballos de Dobbs durante un año o más a pesar de carecer estatus migratorio legal en ese momento.
Uno de ellos, 36 años, oriundo de la Ciudad de México, quien se arriesgó a cruzar a pie a Estados Unidos por el desierto de Yuma, hace cinco años, lo hizo única y exclusivamente porque le esperaba un trabajo como cuidador de caballos de Dobbs. Un viejo amigo suyo estaba trabajando en el establo de Vermont contratado para cuidar a los caballos Dobbs y le había avisado que el puesto estaba disponible.
Otro trabajador indocumentado en el establo, un joven de 24 años de edad, natural de Oaxaca, México, confesó que trabajó con los caballos Dobbs durante un año en Vermont y en la Florida, bajo el mismo servicio de establos de Vermont. Durante las presentaciones de caballos, dijo, su día de trabajo normalmente duraba doce horas, pero nunca se le pagaron horas extras.
Si bien hay cierto desacuerdo sobre si las leyes federales laborales se le aplican a trabajadores de establos de caballos, Jill Hanson, un abogado laboral de West Palm Beach, en la Florida, dijo que las condiciones de trabajo descritas en estos establos probablemente violan tanto la ley federal del Acta de Estándares Laborales Justos, que requiere pagar tiempo y medio por las horas trabajadas una vez pasadas las 40 horas por semana de trabajo, y una ley de la Florida que requiere pago de horas extras cualquier día de trabajo que pase de más de 10 horas laborales.
Según los dos empleados entrevistados, a los trabajadores indocumentados que hacían la jardinería de Dobbs nunca se les pagaron horas extras, a pesar que normalmente trabajaban semanas de 50 horas, además de un turno de sábado cada mes.
Al preguntársele si la familia Dobbs sabía que trabajadores indocumentados cuidaban a sus caballos, el empleado del establo, un joven mexicano de 24 años, dijo: “Creo que ella lo sabía”, al referirse a Hillary Dobbs.
Agregó que su jefe en el establo de Vermont “sabía que algunos no tenían papeles”, y que incluso tomó precauciones para mantener a los empleados lejos de los agentes de inmigración que a menudo patrullan las exhibiciones ecuestres. Al trabajador del establo le resulta difícil creer que la hija de Dobbs, que se la pasaba en contacto con él y otros empleados indocumentados casi todos los fines de semana, no supiera de su condición migratoria.
Hillary Dobbs no respondió a varios intentos para conseguir sus comentarios.
Chad Wilkinson, productor de El show de Lou Dobbs, el programa radial de Dobbs, respondió a las preguntas en nombre de Lou Dobbs, a través de un escrito donde comunicó que Dobbs no quiso comentar para este artículo. El abogado de Dobbs, Robert Zeller, aclaró que el presentador de CNN sólo responde a preguntas sobre los empleados de su programa de radio en vivo.
Cuando se le preguntó si Lou Dobbs o algún representante alguna vez había indagado sobre el estatus migratorio de sus empleados, Mike Sedlak, propietario de Sedlak Landscaping, la empresa de jardinería de Dobbs en la Florida, se limitó a decir: “No me siento cómodo hablando del tema”. Missy Clark, propietario de North Run, el establo que cuida los caballos del Grupo Dobbs, manifestó que ella le había dado garantías a la familia Dobbs en el sentido de que todos sus trabajadores son “100 por ciento legales”.
Más tarde dijo que había estado luchando durante años para conseguir las debidas visas de trabajo para varios de sus empleados.
Esta es una investigación conjunta de The Investigative Fund de The Nation Institute y The Nation magazine. POR EL DIARIO NY
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