La modelo echa mano en los restaurantes de sus propios condimentos. Elisabeth Hurley asegura que su dieta consisten en no desayunar. Raquel Mosquera parece que hace todas sus comidas
afp/reuters
Diana de Gales siempre decía que era capaz de caminar millas por un sándwich de bacon. Naomi Cambell, muy suya, tira millas con su propia comida. Al menos con sus salsas. Anda, igual que Concha Piquer viajaba por el mundo con aceite de oliva en sus baúles. La supermodelo, que interrumpió merecidamente sus vacaciones para explicar lo de los diamantes de Taylor, lleva un tiempo de aquí para allá con su novio el millonario ruso. Que si Capri que si Cerdeña que si La Haya. Esta semana se la ha visto en el hotel Cala di Volpe de Porto Cervo con Sarah Ferguson, que llegaba de Sotogrande, en el 75 cumpleaños del magnate hotelero Sir Sol Kerzner. Pero antes, la modelo con juanetes y malas pulgas había estado en Capri. Allí fue a cenar a un restaurante con Leonardo DiCaprio, Bar Rafaeli y Vladimir Doronin, el novio ruso. Y como si no fuera suficiente con ser Naomi Campbell para que te miren (e ir acompañada de Leo y Bar), va la tía y, una vez que le trajeron la comida, esperó a que los guardaespaldas le acercaran sus pimenteros y saleros para condimentar la cena, según cuenta «Page Six». Pero su representante ha dicho que no se trataba de sal y pimienta, que era su salsa picante jamaicana. El chef del restaurante debe de estar encantado con la señora.
Decía George Bernard Shaw que si un británico puede sobrevivir a sus comidas puede sobrevivir a cualquier cosa. Pero esta cita no va por la británica Naomi sino por la británica Elisabeth Hurley, que comunicó a través de su Twitter que sus pechos eran naturales (si tiene razón Calamaro, pero son los famosos los que se pueden meter por ahí sus fascinantes mensajes, y menos mal que sólo tienen 140 caracteres). No contenta con tan imprescindible información, luego se ha descolgado con consejos dietéticos. Que dice que no desayuna. «Tazas de agua caliente, lo primero, quizá un expreso y unas pocas galletas de avena a media mañana» (a cincuenta calorías la pieza). Y la semana pasada, que estaba en un yate en el sur de Francia, daba cuenta en la red social de su ejercicio en el gimnasio y de más raciones de agua caliente.
Es verdad que no comer y beber agua le da resultado, otra cosa es que sea recomendable y saludable. Además, como sostenía Somerset Maugham, para comer bien en Inglaterra habría que desayunar tres veces al día. No cero veces. Pero vuelvo a insistir, le da resultado. Tanta como la reclusión bajo tierra a los mineros chilenos o la estancia todo incluido en los campos de los jemeres rojos. Sin embargo, mira a la recia Raquel Mosquera en «Diez minutos». La peluquera, que no twittea, anuncia unos productos dietéticos y se comprometió a primeros de julio a perder 15 kilos en tres meses. Pero parece que está igual. No sé, será que en bañador y con el peinado a lo Bo Derek no se nota el adelgazamiento que producen esos maravillosos productos que te «traen a casa congelados en una nevera de corcho». O será que los tres meses empiezan a contar a partir de septiembre. El agua caliente, para la ducha, pensará Raquel. Y la nevera de corcho, la llenamos de cervezas. Qué grande es.
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